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Cuando los científicos suben a un barco para estudiar a los cetáceos en su hábitat natural, tienen muchas técnicas a su disposición, que a menudo se utilizan de forma complementaria. He aquí algunos ejemplos:
Observación visual: signos de presencia de cetáceos (soplidos, aleteos, saltos, etc.). Cada vez que se detecta algún cetáceo, se recogen una serie de datos, como la especie, el número de individuos, el comportamiento... También se registran las coordenadas del itinerario realizado y las condiciones meteorológicas. Este método permite estudiar y monitorizar la diversidad de especies presentes en la zona estudiada, su distribución y su utilización del medio. Si el trayecto cubre regularmente la zona de estudio, y si la cantidad de datos es suficiente, es posible determinar la densidad y la abundancia de las principales especies presentes. Esta técnica también permite recoger datos sobre la presencia de otras especies de la gran fauna marina pelágica (atunes, tiburones, etc.), además de sobre las actividades humanas para evaluar su impacto en los cetáceos.
Estudios acústicos: como complemento a la observación visual, es posible detectar a los cetáceos por los sonidos que emiten utilizando un hidrófono, que se puede remolcar detrás de la embarcación o se puede sumergir periódicamente cuando el buque está parado. Esta técnica es complementaria a la observación visual: facilita la detección de especies difíciles de observar en la superficie, como las que permanecen mucho tiempo bajo el agua, como el cachalote, pero todavía no es tan precisa como las observaciones, sobre todo en cuanto a la identificación de especies y al recuento del número de ejemplares. Para más información sobre los estudios acústicos, consulte la página específica.
Fotoidentificación: esta técnica consiste en fotografiar determinadas partes del cuerpo de los animales observados para reconocerlos individualmente (por ejemplo, la aleta dorsal en los delfines o la parte inferior de la cola en las ballenas jorobadas). A largo plazo, generalmente después de varios años de recogida de datos, la fotoidentificación permite determinar y monitorizar la abundancia de las poblaciones estudiadas, sus parámetros demográficos (reproducción, crecimiento, mortalidad, etc.) e incluso las relaciones sociales dentro de los grupos. Esta técnica se utiliza principalmente para estudiar y vigilar pequeñas poblaciones costeras de mamíferos marinos. En las grandes especies migratorias la fotoidentificación permite estudiar los movimientos migratorios cuando se identifica un mismo animal en varios lugares diferentes.
Balizas: esta técnica consiste en fijar un dispositivo electrónico en un individuo para recoger datos sobre la ubicación del animal, su comportamiento y ciertas características del medio ambiente. Algunas balizas permanecen adheridas sólo unas horas y son recuperadas en el mar por los biólogos. Así, pueden proporcionar información muy detallada sobre la comunicación, los movimientos submarinos de los animales en 3 dimensiones, etc. Otras permanecen adheridas al animal hasta varios meses y transmiten los datos por satélite. Permiten seguir los movimientos de los individuos a largas distancias, así como obtener información sobre la duración de las inmersiones, la temperatura y salinidad del agua, etc. Se trata de una técnica muy útil para estudiar los movimientos migratorios de las ballenas.
Muestreos biológicos: esta técnica consiste en la recogida de muestras de animales para su análisis. Esta recogida puede ser indirecta (recogida de pieles o excrementos que flotan en la superficie) o directa (trozo de piel y grasa). La recogida directa (biopsia) se realiza con una flecha equipada con un pequeño cilindro hueco que se dispara con una ballesta o pistola de aire comprimido. Dependiendo de la naturaleza de las muestras, podemos saber más sobre la genética, la dieta, el nivel de contaminación de diferentes contaminantes o el nivel de estrés de los animales.
El CAR-SPAW ha contribuido a varias campañas en el mar en los últimos años, como, por ejemplo:
Las campañas Megara organizadas en las islas de San Martín y San-Bartolomé, cuyo objetivo es aumentar el conocimiento sobre las ballenas jorobadas en el Caribe. Véase, por ejemplo, la misión de 2014. misión de 2014.
Las campañas CARI’MAM, cuyo objetivo es aumentar el conocimiento de las poblaciones de cetáceos presentes en el Caribe y establecer su monitoreo.