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En la región del Caribe, se estima que los arrecifes cubren aproximadamente 26.000 km² (Miloslavich et al., 2010). La mayoría de los arrecifes del Caribe se encuentran cerca de la costa y de la superficie. Las principales formaciones arrecifales de la región son:
■ arrecifes aledaños, que están cerca de la costa y representan la mayoría de los arrecifes de la región
■ los arrecifes de coral, más alejados de la costa. El más grande se encuentra frente a la costa de Belice. También es la segunda barrera más grande del mundo (1000 km de largo) después de la Gran Barrera de Coral en Australia (2600 km).
■ también hay 4 atolones en el Caribe, incluidos 3 frente a Belice y el último frente a México.
■ los arrecifes denominados "mesofóticos", que se encuentran a mayor profundidad. Se encuentran en las Bahamas, en el Golfo de México, frente a las Islas Vírgenes de los Estados Unidos y Puerto Rico.
En el Caribe, se estima que un total de unas 30.000 especies de todos los grupos residen en los arrecifes de coral (Reaka-Kudla, 2005). Sirven tanto de hábitat, vivero, escondite o refugio, despensa, lugar de descanso, caldo de cultivo, etc. para muchos taxones, incluidos peces, algas, esponjas, crustáceos, moluscos, gusanos, tortugas y toda una microfauna (hongos, bacterias, etc.) ubicua pero menos conocida.
Aunque la biodiversidad de los arrecifes del Caribe es impresionante, sigue siendo relativamente baja en comparación con otros arrecifes del planeta. De hecho, a diferencia del Mar Rojo, el Océano Índico y el Océano Pacífico que están conectados, el Caribe y el Golfo de México están aislados. Este aislamiento existe desde hace más de 13 millones de años, cuando se cerró el Istmo de Panamá, que conectaba las dos Américas (Montes et al., 2015). Una de las consecuencias de este aislamiento es un fuerte endemismo. Pero también una menor diversidad, probablemente por la falta de flujos genéticos con los otros océanos (Bouchon y Bouchon-Navaro, 2010). Su aislamiento también los hace particularmente vulnerables a enfermedades exóticas, ya que no han estado en contacto con estos patógenos durante millones de años (Jackson et al., 2014).
Se cree que alrededor del 21% de la costa del Caribe está directamente protegida por arrecifes (Burke y Maidens, 2004). Este es sin duda el papel más importante de los arrecifes de coral a través de su capacidad para disipar la energía de las olas (Gracia et al., 2018). De hecho, a menudo son la primera defensa contra el oleaje. Se estima que la energía de las olas se puede reducir en un 97%.
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